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La Asociación Maras K´ampa está conformada por doce mujeres; ellas utilizan la panca de maíz, llamada k’ampa en quechua, para elaborar diversas artesanías como canastas, tapetes, floreros, azucareros y demás objetos utilitarios y decorativos.

La panca es la fibra vegetal que envuelve al maíz, tarda aproximadamente 15 horas en secarse bajo el sol, luego las señoras de maras k´ampa separan el maíz de la panca y escogen las hojas más limpias para finalmente recolectarlas en una bolsa y utilizarlas para sus proyectos de tejido.

Esta fibra vegetal gana flexibilidad cuando previamente se ha humedecido, de lo contrario es quebradiza y frágil; pude apreciar de cerca el constante uso del agua para ablandar la estructura del material. El agua es la fuente vital de todo el territorio de Maras, ya que el buen resultado de la siembra depende mucho de la buena irrigación que se da de forma natural en época de lluvias.

El vínculo entre el territorio, el valor social y cultural que se experimenta dentro del campo de investigación en Mater, se ve reflejado en un nivel gastronómico sensorial en los platos de los restaurantes Central, Kjolle y Mil. Sumergirse dentro de la cocina y observar los componentes, la distribución, composición y presentación de los platos, abrió un gran panorama sensible y plástico previo al viaje de residencia. Algunos pasos de toda la experiencia fueron clave para pensar en propuestas donde el objeto protagónico sea la fibra vegetal. Platos como Maíces de Urubamba en Central o Diversidad de Maíces en Mil.

Las primeras propuestas de tejido para los restaurantes fueron planteadas desde Lima, previo al viaje de residencia. Trazamos una ruta junto a las recomendaciones de Malena, Virgilio y Pía para este proyecto.

Desde mi práctica plástica como artista tuve mi primer acercamiento material a esta nueva fibra que se incorporaba a ya varias fibras vegetales que había utilizado. Caminé un sendero desconocido y acercarme por primera vez a esta nueva fibra vegetal abrió, en mi propio pensamiento, un mundo de posibilidades.

El juego y el carácter lúdico de encontrar formas a través del ejercicio de pensar y de hacer, dio como resultado un acercamiento a propuestas experimentales con el motivo de desestructurar la forma cotidiana con la que usualmente relacionamos la imagen de la panca del maíz. Volver a reestructurar y dar una nueva forma por medio de la plástica lo pude apreciar en la comida y la composición de estructura y forma al momento del emplatado en los restaurantes.

Los primeros días de residencia pude conocer de forma personal y cercana a las ocho mujeres que decidieron realizar este proyecto de tejido en panca para los restaurantes. Ellas son: Vicky, Juana, Luz Marina, Justina, Nieves, Vilma, Carmen y Elena.

Decididas a llevar a cabo este proyecto, junto a las señoras de Maras realizamos un recorrido que al inicio se tornó en desafío, puesto que al acercarnos a una nueva forma de ver las cosas aparecieron sentimientos de frustración que poco a poco fuimos derrotando con paciencia, constancia e ímpetu.

Dejamos un rato en reposo la técnica tradicional y nos atrevimos a experimentar y salir de nuestra zona de confort. Fue un reto que terminó por unirnos más. Entre la dificultad conectamos a un nivel personal e íntimo y por ambas partes logramos aprender el significado de la paciencia, propio de lo que te enseña el trabajo del tejido.

Trabajamos propuestas por medio del anudado, incorporamos herramientas como el crochet y utilizamos moldes. La inspiración nació a partir del territorio, las formas se asemejan a lo orgánico y natural, texturas que narran el origen de la propia fibra vegetal con la que hicimos estas piezas. Así nacían nombres como “nido”, que utilizamos para diferenciar los tejidos unos de otros.

Dentro de la residencia, las piezas de tejido en panca se tiñeron de diversos colores como resultado del teñido con plantas nativas que crecen en Moray, gracias a las maestras del teñido, las warmis de la comunidad K´acllaraccay.

De este encuentro con dos comunidades, las warmis de K´acllaraccay y las señoras de la Asociación Maras K’ampa, es que nació la obra artística llamada Raíz.

Raíz es el nombre de la pieza de arte que hace visible el aprendizaje y los lazos que se han formado en la experiencia de residentado con ambas comunidades.

Esta obra nos habla del tiempo a través del lenguaje de los nudos, la conexión del encuentro entre dos realidades diferentes, el compartir con el tejido y el entrelazado de vínculos de amistad invisible a nuestros ojos, pero presente y vital, así como las extensiones de la raíz que no vemos pero que son el eje y columna principal que nutre a toda la planta manteniéndola viva.

Hablando de forma más personal, finalizar esta residencia con Raíz fue importante, sentí la necesidad de mantener vivo esos lazos y a la vez meditar sobre el aprendizaje que llevaré en mi memoria y corazón. Esta pieza de arte no solo figura ser una raíz en forma, son los conductos de nuestro cuerpo, las venas y arterias que nos dan vida. Juntar la panca de maíz y los hilos de oveja reflejan este encuentro de ambas comunidades, especialistas en su campo, pero no diferentes o contrarias, sino que convergen en una unión a través del hermoso quehacer artesanal que la tradición textil peruana nos da en toda su historia.

Pieza Raíz, expuesta en el salón del restaurante Central en Lima, Perú

IG:@andreatapia__

Andrea Tapia
Autor invitado

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